Primeras tortas

 Primeras tortas
 En el patio de Palmira, mi abuela, sucedían las cosas más maravillosas. Me gustaba estar allí con mi hermana. Con ella hacíamos “los cumpleaños de las muñecas”.


Los preparativos podían llevar toda la mañana. Juntar afrechillo hurtando de la bolsa que la abuela guardaba celosamente en una piecita junto al gallinero. También hacerse de un poco de vino fortificado, moscatel, de misa, o cualquiera que misteriosamente “se encontraba” a nuestro alcance. Por la mañana, era propicio reservar un par de huevos, entre el cacareo de las gallinas y el paso de Palmira por el gallinero; no era permitido desperdiciar la comida! Unas cuantas velas que provenían de unos hermosos fósforos “Fragata” de cera multicolor que el abuelo vendía en el almacén de ramos generales. 
Cuando los elementos estaban disponibles comenzábamos la preparación de la torta. La vajilla de cocina se componía de un juego de ollitas en una pequeña valija. Mi mamá, la dueña de estos hermosos objetos, me contó que resultó ser un obsequio de Casa Gati Chavez, vendedora de distintos productos por catálogo. Mi  jueguito japonés de té de porcelana, muy común en mi infancia. Las piezas venían dispuestas prolijamente en una repisa de madera. Precioso. Decorado con diminutas flores, igual que el juego de los mayores: la tetera, azucarera, tacitas, muy platitos y una primorosa lecherita.
La receta de la torta era muy fácil.

·       Mezclar prolijamente afrechillo, uno o dos huevos según la cantidad de ingredientes secos, un generoso chorro de vino. Puede adicionarse algún crocante como maíz en grano y/o molido. Siempre supeditados a la recolección de los mismos.

·         Se moldea en ollitas y se desmolda con cuidado. Si se rompe…rehacer!!
·         Se festeja y se les sirve rapidito a las gallinas, antes de la mirada adulta.
Yo me pregunto: esta alimentación de aves con productos de su propio gen…¿originará el gen de la gallina loca?



 Ja ja!!